Nunca me había gustado hacer deporte. Sé que es muy bueno para la salud física y mental, y que genera endorfinas y todo eso, pero la verdad es que ninguna de esas virtudes logró mentalizarme para perseverar en una disciplina deportiva más de tres días. Hasta que acudí a Corpórea. Allí he encontrado una serie de actividades de distinta intensidad pero que tienen un nexo común: se caracterizan por primar el amor a nuestro propio cuerpo. Desde ese punto de partida, trabajan para ayudarnos a evolucionar y a superarnos, sin perder de vista su objetivo de que logremos mayor equilibrio y bienestar.